from the Booklet of 2nd Symphonie in f-minor
MARTIN SCHERBER (1907-1974)
"El arte debe ser profundizado a tal grado, que toda presencia y creatividad respire libertad y amor humano en el futuro."
Martin Scherber (1972)
Quien escuche sinfonías de este compositor, se preguntará – mientras los compositores de vanguardia de su época luchaban por la “liberación de la música” de todas las corrientes tradicionales – por qué él se sentía atraído por "semejante" lenguaje musical.
Al ejecutar piezas de música y componer, pronto descubrió “qué estaba tan inmerso en algo, como en una envoltura de música, en una envoltura materna de sonidos. Allí, frente a lo cotidiano, mi conciencia era otra.” Estas experiencias misteriosas para él desembocaron en una larga búsqueda. Por eso, ya en su juventud comenzó a desarrollar prácticas de meditación sobre el mundo exterior e interior. Y ese perfil se ve reflejado en su biografía.
DESENVOLVIMIENTO DE UNA PRÁCTICA DE COGNICIÓN
Durante su período de estudios (1925-28 en Munich) y su deticacióna a la música dramática (1929-33 en el Teatro de Aussig/Elbe) comienza a desarollar los fundamentos de sus “encuentros creativos” con el mundo. Del método científico de cognición tomó el estricto estado de conciencia para coordinar la creación de ideas y los pasos de acción en forma precisa. A medida que la desarrollaba artísticamente, elaboró “técnicas espirituales” que ampliaban la conciencia. De esta manera, las fuerzas más profundas – que se podrían denominar las fuerzas esenciales del ser humano – se intensifican mediante la concentración y meditación, de modo que – si el trabajo es satisfactorio – finalmente se pueda acceder a áreas del mundo más elevadas. “Al experimentarlo, mi alma se hace cada vez más independiente del cuerpo“ relata en una carta a principios de 1933, año en el que se aleja de la vida pública y regresa a Nuremberg para dedicarse a componer en forma independiente.
“VIVENCIA CRUZADA” (“ÜBER KREUZ ERLEBEN”) – UNA PARADOJA CON FUNDAMENTO ARTÍSTICO
Estas experiencias de liberación suprema – que para la conciencia corriente de la época eran absurdas – para él ahora son apreciables y pertenecen a los sucesos clave de su vida. Acompañan el período de creación de la Primera Sinfonía. Paulatinamente desarrolló habilidades con las que despertó como un ser humano que se tornaba espiritualmente libre; más allá de muchas limitaciones aprendió a explorar como pionero el interior de su entorno, es decir, el mundo exterior. “Con la práctica permanente, la voluntad se desprende del cuerpo: abandonamos el mundo de los sentidos, el cuerpo, y penetramos en un universo en donde el mundo de los sentidos está despojado de todo, condensado, como un renacimiento” pensamiento que se encuentra en una de sus raras notas.
Scherber lo realizó: ambos lados conforman el todo, la realidad del mundo. El poeta Novalis (1771-1801) vislumbró estas circunstancias: “Lo externo es un interior elevado en un estado secreto, incluso tal vez a la inversa.” (Novalis “Broullion”). Scherber formuló estos sucesos de la siguiente manera: “...Actualmente no se tiene idea,…de lo que significa “en forma cruzada": en el interior no el yo sino el mundo; en el exterior no el mundo sino uno mismo…” Las experiencias por las que se atraviesa en ese caso “no pueden expresarse en palabras, por de pronto solo en imágenes de sonido: sucesos sinfónico-dramáticos. En esencia: el ser humano creador está más despierto (conciencia elevada), ¡las experiencias son más reales!” De estas observaciones tal vez resulte perceptible cómo Scherber, mediante la activación de la fuerza esencial humana, que de esta manera se desarrollaba como una fuerza universal, intentaba practicar el "camino de la cruz" al que hace alusión. Esto se manifesta en sus sinfonias. De allí estos tonos todavía hoy “atemporales” de este desconocido Maestro de Nuremberg.
Poco antes de que se publicara su obra sinfónica en el año 1970, Martin Scherber fue atropellado por un borracho y pasó muchos años inmovilizado en silla de ruedas. A pesar de severos daños corporales, no perdió su humor y permaneció espiritualmente activo hasta el final. Falleció a principios de 1974 debido a las consecuencias del accidente (disfunción renal).
GRAN SINFONÍA DE METAMORFOSIS EN FA MENOR
“La música debe fecundarlo todo; ella reúne los sucesos mundanos de la manera más concisa.”
Martin Scherber (1964)
Con la aparición de la metamorfosis de la música, de manera casi imperceptible tuvo lugar un nuevo comienzo decisivo en la música. La vida misma se introdujo en la música y en sus creadores. Mientras trabajaba en la Segunda (1951-52), Scherber le escribió a su amigo de tantos años, el Director de orquesta Fred Thürmer: “Estoy trabajando en una especie de Segunda Sinfonía. ...es una vida en los fondos mundiales. Se trata de ampliar cada vez más la conciencia. Cuando uno se acerca a estas cosas, ya se tiene algo y no se buscan medios de expresión; éstos se presentan de manera totalmente definitiva. Tampoco uno se pregunta, si lo correcto es un tritono o lo “atonal”. Sólo se puede ser atonal, si se transporta la ideología de la libertad a la música. Pero no eso sino el resultado de esa ideología de la libertad, el yo espiritual, debe transportarse a la música, al fondo del mundo. De esa manera es posible percibir – ...siempre se trata de elevar al yo, que primero debe desprenderse de lo físico, hacia la percepción en las esferas respectivas.”
La metamorfosis musical brotó en las sinfonías clásicas y románticas en sus melodías tonales. Se convirtieron en temas individuales que en las ejecuciones – como ‘rastro musical de vida’ – comenzaron a dominar las arquitecturas tonales de manera cada vez más extendida. “Quien verdaderamente pueda experimentar la música […] penetrará en aquello que denominamos áreas de la vida y allí imperará el principio de la metamorfosis”. (a Wilhelm Kempff, 1971)
METAMORFOSIS DE LA MÚSICA – LA AURORA DE UNA SINFÓNICA FUTURA
Martin Scherber en sus sinfonías eleva la vida en metamorfosis como estilo propio. Uno de los resultados es que la sinfonía clásica con sus partes individuales, a través de las cuales se ganan nuevos contenidos del ‘caudal de vida mundano’, se agrupan en un organismo sinfónico. Ludwig van Beethoven ya había intentado capturar el arte de la metamorfosis con su característica intensidad y la percepción para lo futuro en sus cuartetos de cuerdas posteriores, que impresionaron de manera particular a sus contemporáneos. En Anton Bruckner la metamorfosis irrumpió con gran aliento y enorme dimensión sinfónica.
En 1956 Scherber le escribió a Thürmer: “Me muevo con este tema en diversos mundos, en un lugar a través de todo tipo de tonalidades. ...a través de lo dramático, del estremecimientos y regiones de muerte, pero la muerte se presenta como ayuda, como el amigo más serio y fiel en toda la peregrinación; s u s dones, las mayores bendiciones, le permiten al hombre ser uno con el todo, encontrar el Dios Único: al final todos los temas, todos los eslabones son armónicos, para permitir que resurja el Todo.” Y en 1973, en una carta a Herbert von Karajan, expresa cómo trata las disonancias: “Con disonancias especulativas no es posible alcanzar nada, en el mejor de los casos sólo se logra la destrucción, la anulación de cualquier arte verdadero.” Scherber buscaba habituarse a cada sonido, manejarlo amorosamente y luego colocarlo en el Todo. Cerca del fin de la sinfonía también se produce un suceso de disonancia muy sugestivo. “En algunas partes uno debería congelarse realmente hasta la médula y temer por el futuro" le cuenta Scherber a Thürmer en 1951. Se trata del dolor y de la muerte, de ganarse la vida, de liberarse a la inmensidad de la luz.
El largo camino a través del cosmos sinfónico de la segunda sinfonía finaliza con una liberación sonora. En el ascenso sucesivo resuenan todos los acontecimientos anteriores, un verdadero symphoneusin, es decir, una consonancia para elevarse a ciertas alturas, cuyo resplandor y majestuosidad finalmente llevan al silencio de la sinfonía que puede escucharse físicamente como una intensa quietud. Por lo tanto, el último “signo” colocado por el compositor en la partitura de la sinfonía constituye un calderón de pausa que acentúa ese caudaloso sosiego.
Friedwart M. Kurras
Traducción Andrea Zinkhahn